
Séptimo y décimo mandamiento
No compartimos, lo que propugna el modelo de Karl Marx, en el sentido de que el operario tiene derecho a todo el fruto de su trabajo y que la propiedad es el fruto de una explotación, de un robo. El capital según Marx nace de la explotación del trabajador; según él es un hurto. Dice a los obreros "Tenéis un enemigo que es el capital. Es necesario abolirlo". Hoy en día prácticamente todo el mundo, después de los acontecimientos históricos recientes, concluye que el comunismo es una utopía y un absurdo.
Pero tampoco compartimos el modelo de los economistas liberales, que si está todavía bastante vigente en muchos argumentos políticos y sociales. El modelo liberal, considera la propiedad como el derecho a usar y abusar de las cosas propias. El derecho de propiedad es ilimitado. Niega los abusos del egoísmo industrial. Según Voltaire "los caprichos de los señores dan de comer a los obreros".
Nosotros nos situamos en medio de los dos modelos anteriores; reconocemos el derecho de propiedad, pero con unos límites. Dentro de esos límites, propugnamos el derecho de propiedad conforme al precepto de Dios "No hurtarás" y a las enseñanzas de Jesús. Prohibimos el lujo innecesario, la prodigalidad y prescribimos la limosna.
Jesús no condenó la riqueza, pero si la consideró un bien peligroso del cual puede abusarse. Por ello "Jesús dijo entonces a sus discípulos; en verdad os digo, que difícilmente un rico entrará en el reino de los cielos. Es más fácil el pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de los cielos". Mateo, 19,23.
Proclamó más dichosos a los pobres. "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos". Mateo, 5,3.
Requirió por mandato la ley de la limosna a los ricos; "Más dad de limosna lo que os sobra; con eso alcanzareis de Dios que todas las cosas estén limpias en orden a vosotros". Lucas, 11,41.
En la realidad de nuestros días, sólo el rico es propiamente libre; puede aguardar, cuenta con un fondo de reserva. No así el trabajador. Dejar hacer, dejar pasar nos dicen los liberales; la famosa teoría liberal del laissez faire. Defiende la libertad individual, a través de la no intervención gubernamental en los asuntos económicos de un país, consiguiendo una libertad absoluta en la economía y una economía de mercado sin obstáculos.
Es muy sencillo pensar así cuando los peces gordos se comen los pequeños.
Según el Papa León XIII "el trabajo no es una mercancía, y su valor no puede depender de leyes económicas. El trabajo es un hecho humano y debe de estar sujeto a leyes morales. El trabajador ha de vivir y siendo el salario el único medio de subsistir con que cuenta, debe de bastarle para vivir él y su familia en condiciones normales".
Jesús le dice al rico; tienes derechos, pero también tienes deberes. No eres dueño de tus bienes, sino administrador. Debes rendir cuenta de ellos. Debes ser justo con los salarios. Debes de ayudar al pobre con la caridad. Debes de respetar la dignidad del trabajador como persona humana que es.
Al pobre le dice; Tienes derecho a exigir lo que se te debe, pero no has de dañar los bienes ajenos ni ofender a tu jefe. Al defender tus derechos, debes de prescindir de la violencia y tienes el deber de trabajar en conciencia.
Jesús fue pobre en el pesebre, pobre en su vida, pobre encima de la cruz.
El séptimo mandamiento prohíbe el robo, impone la restitución de los bienes robados, la reparación de los daños causados, así como pagar las deudas y dar un salario justo a los trabajadores.
El décimo mandamiento prohíbe el deseo desordenado, la envidia que es triste y es un pecado capital; debemos combatirla mediante la benevolencia, la humildad y el abandono en la Providencia de Dios. " No codiciarás la casa de tu prójimo, ni desearás su mujer, ni esclavo, ni esclava, ni buey, ni asno, ni cosa alguna de las que le pertenecen". Éxodo, 20,17.
Emilio Blasco. Ciudadanía Cristiana
Infirma Mundi Elegit Deus
Dios escogió a los débiles del mundo